Aún dormía cuando estaba despertando
y sentía el sueño abandonándole a la vida
sin saber que era mejor:
Resistirse a uno u otra,
abandonarse a uno u otra.
Se contaba cuentos para alargar
el momento de decidir,
inventaba un mundo intermedio e inexistente,
con personajes que poblaban la penumbra
del duermevela y conversaciones
a medias consigo misma.
Retenía la luz en sus párpados
haciéndola cresta de ola en la mañana,
perfume entre la sal y el tomillo
resistencia lúdica ante lo imposible.
Con la mano dibujaba el círculo
de su mundo, envolviéndola
pequeño y prieto, callado e inerme.
Aún dormía cuando le sonrío a la vida
y esta a cambio la sacó del embeleso
poseyéndole el aire y el espacio,
borrándole la sombra a la alborada,
dejándole a solas con las horas
dentro de una taza de café sin poso.
Sin templarle el alma escarmentada
resignada a un nuevo pulso del destino,
sin rumbo ni destino. Maravillosamente nuevo,
tremendamente usado y manoseado.